Una estancia de diez. Un alojamiento totalmente fuera de lo común, con carácter, lleno de obras de arte pintadas por la madre del anfitrión. Nuestra habitación era a dos alturas, un salón en la planta inferior y las habitaciones y el baño en la superior.
Insuperable el desayuno, completísimo, con dulce, salado y fruta, zumo, leche, agua, café, todo perfecto.
El anfitrión tremendamente servicial, todo el rato pendiente de que todo estuviera a nuestro gusto.
Hemos estado fenomenal, muchas gracias por todo.