Cosas buenas y malas. Está bastante central y la decoración es muy bonita, ambientado antiguo, pero se nota dedicación. Desayuno bueno, había dulce y salado. Personal extremadamente agradable. Lo malo es que el aire acondicionado no funcionaba o estaba apagado. No cambian diariamente las toallas, nunca lo dicen, y luego vi que sobre un escritorio hay una serie de "reglas" donde informan que se cambian cada tres días. Si bien no es tan caro (para ser Venecia) el tema de las toallas me parece muy incómodo. Lo segundo es que el desayuno se supone, lo sirven de 8-10, pero nuestro primer día bajamos a las 8:10 por un tour y no había casi nada listo, de hecho comimos "lo que había". Por estas razones no volvería.