La pasión y el afecto que transmiten en este hotel, es algo que echaba Mucho de menos cuando viajaba. Ha sido una estancia magnifica, llena de detalles, como que te reciban personalmente en la puerta porque sabían que llegabamos, que tuvieran en consideración ponernos en la planta baja porque ibamos con un bebé, que tuvieramos la trona preparada cada mañana en el desayuno.... las habitaciones son silenciosas y extremadamente cómodas. La limpieza es sublime! El desayuno es delicioso y super variado con todo tipo de detalles. Si quieres unos huevos revueltos al momento, te los hacen sin problema.
Pero sobretodo lo que nunca olvidaremos es el personal, sus dos managers, Pepe y Merche, personas con las que te pasarías horas charlando... y todo el equipo que compone el hotel es especialmente amable y cuidadoso.